Autómatas y seres artificiales
El hombre siempre ha intentado construir máquinas o dispositivos automáticos, es decir, que actúen por sí mismos. El primer automatismo conocido fue la trampa inventada por el cazador primitivo. La trampa es un mecanismo que actuaba por sí solo, el hombre la preparaba y únicamente tenía que esperar a que el animal cayese en ella.
La historia del automatismo tiene dos vías complementarias, la del control del tiempo y la del control de la apariencia y del movimiento. Ambas se basan en dos principios, el de regulación de un flujo o tensión, y el de la programación.
La historia del control del tiempo es la de la construcción de relojes. Las clepsidras, uno de los primeros dispositivos automáticos (siglo III a.C.), eran relojes de agua que no dependían de fenómenos externos, como las esferas solares, sino que era un dispositivo que funcionaba por sí mismo. Estaba construido de manera que no dependía del canal de agua que se le suministraba mediante una fuente o una canalización, ya que era capaz de regularlo.
Los dispositivos de regulación pasaron de los relojes de agua a otros campos, como los abrevaderos, en los que se buscaba un continuado nivel de agua. En el siglo XVII, con la invención del termostato, el principio de regulación pasaba del campo hidráulico al térmico. Este principio fue también aplicado a muchos otros campos, como en la fabricación de la harina o en la máquina de vapor.
Los relojeros fueron los primeros en construir autómatas con figuras humanas. En el siglo XVIII, siglo de oro de los autómatas, aparecieron numerosos autómatas que imitaban los movimientos humanos, como el Flautista de Vaucanson, las "muñecas parlantes" de Thomas Edison o "el hombre vapor" de George Moore.
El principio de regulación utilizado por los relojeros fue reemplazado por el principio de programación. La técnica principal utilizada era la del árbol de levas, que se trataba de una pieza troquelada, tallada de forma que cada muesca producía un movimiento diferente a todo el dispositivo al que se hallaba unida. Más adelante se pasó de los dispositivos de levas a las máquinas que utilizan los cartones perforados.
No se sabe exactamente por qué el hombre siempre ha querido construir seres semejantes a él, pero lo que parece claro es la aparición de estos seres en las leyendas de diferentes culturas para salvar al hombre que se encuentra en peligro. El rasgo común a todos estos mitos es que el hombre crea el ser artificial y una chispa divina le da vida. Ejemplos de estos seres son el Pigmalión y el Golem. El ordenador moderno se inventó en un contexto similar. El aumento de la información produjo que antes de la primera guerra mundial fuese necesaria la creación de un "cerebro artificial". Durante la guerra fría, la necesidad de controlar las informaciones fue un factor decisivo en el desarrollo de la informática.
Los seres artificiales se podían clasificar en diferentes familias: los que efectúan trabajos de fuerza, los vigilantes, los que permiten al hombre prescindir de las mujeres en el proceso de reproducción (homúnculos), y los seres lógicos que razonan y toman decisiones. Serán de estos últimos de los que nacerán los modernos autómatas lógicos.
Las cabezas hablantes de la Antigüedad están dentro de los seres racionales que razonan, pero el primer prototipo con poder para razonar fue la máquina lógica de Ramón Llull, que consistía en una serie de círculos concéntricos con palabras significativas colocadas en un cierto orden y que, al introducir una secuencia de palabras en forma de pregunta, aparecían las palabras que daban la respuesta. Descartes construyó un autómata con forma humana llamado "mi hija Francine". Con Descartes el lenguaje formalizado se convirtió en una instancia capaz por sí sola de producir razonamientos sin intervención del hombre. Es cuando se inventan las primeras calculadoras.
En los años 20 aparece el término robot, el cual aparece como el sustituto metálico del obrero en la industria. Hay que diferenciar entre mecanización y automatización, ya que la primera aumenta la capacidad del hombre mientras que la segunda lo reemplaza.
Un término derivado del automatismo es la informática, palabra creada por Philippe Dreyfus en 1962 a partir de la unión de dos términos: información y automática. Poco a poco se llega a la conclusión de que la información podía codificarse y que se podía tratar mediante un lenguaje de razonamiento que utilizara la lógica y los autómatas modernos. Además, el cálculo se convertía en algo para las máquinas y no para los instrumentos, como el ábaco.
Fuente: "Historia y crítica de la informática", Philippe Breton.
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