sábado, 16 de junio de 2012

Evaluación de espacios según la opinión de las personas

Hasta hace un tiempo, para evaluar el desempeño de un espacio de trabajo o de un edificio, sólo se consideraban las dimensiones técnica y estética del mismo. Actualmente, el enfoque ha cambiado bastante. Sabemos que la herramienta de medición más precisa con la que contamos para saber si un espacio es verdaderamente eficiente, es la opinión de los usuarios. Ellos son los que mejor lo conocen porque pasan allí muchas horas al día; a veces, deben trabajar en ambientes inadecuados con condiciones acústicas y de iluminación pobres, con una calidad del aire interior deficiente y con otras incomodidades que invaden la jornada laboral, lo que afecta su estado de ánimo y, por ende, la productividad. 

Tanto los diseñadores como los FM saben que, a lo largo de su vida útil, los edificios tienen un efecto profundo y perdurable sobre las personas. El espacio construido no es sólo un conjunto de materiales inanimados sino una amalgama de resultados y experiencias que cobra significado en función de las personas que lo habitan. 

A la hora de evaluar el desempeño de un inmueble predominan, en general, los datos “duros” (el sistema estructural, la performance del sistema de aire acondicionado, las instalaciones técnicas, etc.) provenientes del cálculo y de los modelos teóricos. También se consideran las leyes, las regulaciones, los estándares, las certificaciones y las ordenanzas destinadas a mejorar la eficiencia. Pero, a veces, no coinciden con la satisfacción de los usuarios. 

Los edificios son entidades complejas, conformadas por cientos de subsistemas técnicos y miles de componentes, que deben estar al servicio de las personas. Su construcción puede llevar mucho tiempo y, cuando están terminados, los usuarios deben, en el mejor de los casos, aceptarlos tal como son y, otras veces, padecerlos. 

Una de las mejores herramientas con la que cuentan los diseñadores y los FM para evaluar el desempeño de sus edificios y de sus espacios de trabajo es la opinión de las personas que los habitan. Escuchar y respetar las ideas de los usuarios puede representar un gran estímulo y aportar un alto grado de creatividad e innovación a la hora de pensar los espacios de trabajo. 

Fuente: Víctor Feingold. Editorial del número 55 de la revista Facility Magazine.

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