martes, 2 de octubre de 2012

¿Cambiaremos a tiempo?

Según estimaciones del Fondo de Población de las Naciones Unidas, antes de finalizar el siglo XXI la población mundial será de más de 10.000 millones de habitantes. Si pensamos que actualmente somos algo más de 7.000 millones, la humanidad deberá plantearse seriamente el reto que supondrá afrontar la presión que esta nueva masa de personas (equivalente a la población actual de China e India juntas) le impondrá a los recursos del planeta; la satisfacción de las necesidades básicas de una población en aumento depende de que haya un medio ambiente saludable.

Además, junto con los factores demográficos, las pautas de consumo excesivo y de producción derrochadora provocan o agudizan los problemas de degradación del entorno y el agotamiento de los recursos. En un mundo que ya cuenta con más de 7.000 millones de personas resulta imperativo conducir el crecimiento de manera mucho más inteligente; la degradación ambiental también está ligada a la desintegración de los valores culturales que orientan las prácticas de consumo y producción.

¿Cómo hacer frente a esta perspectiva acuciante? Los tratados internacionales y las medidas estatales se han revelado, hasta el momento, débiles instrumentos para afrontar los grandes cambios que necesita esta coyuntura. Para alcanzar una transformación cultural que permita revertir la actual modalidad de desarrollo es necesario un cambio de valores que surja desde el individuo y las organizaciones intermedias hacia las instituciones. Ello supone la trascendencia de un sentido de solidaridad más amplio y de un nuevo sentido de pertenencia que abarque a todo el planeta.

Estas preocupaciones encuentran un eco cada vez mayor en las estrategias y los modelos de negocio de las empresas, muchas de las cuales, fuertemente comprometidas con el paradigma de la sostenibilidad, han incorporado nuevas variables en su estructura y han tomado un compromiso activo que involucra tanto a los recursos humanos como al ambiente dentro del cual se desarrollan los procesos productivos.

Poder involucrar a los colaboradores con la misión, la visión y la cultura de una organización fuertemente comprometida con la sostenibilidad no solo asegurará su liderazgo en los nuevos mercados sino que habrá hecho un importante aporte a la supervivencia y a la calidad de vida de las generaciones futuras.

El cambio acabará fraguando, pero la pregunta es: ¿cambiaremos a tiempo?
Paul HAWKEN
Ecologista, empresario y escritor

Fuente: Víctor Feingold. Editorial del número 57 de la revista Facility Magazine.

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