domingo, 15 de abril de 2007

De Pepsi a Apple (3/12)

De Pepsi a Apple

En 1982, Sculley recibió una llamada telefónica de un tal Gerry Roche, persona que había reclutado a los más altos ejecutivos y directores de grandes compañías norteamericanas. Roche le proponía dirigir la empresa Apple Computer de Silicon Valley. Sculley no deseaba abandonar Pepsi, pero como un favor a Roche, hizo un viaje para reunirse con la gente de Apple.

Seis años antes, Apple era una empresa instalada en el garaje de los padres de un tal Steven Jobs, y ahora era una de las 500 grandes de Fortune. Steve Jobs, junto a Steve Wozniak y Mike Markkula fundaron la empresa en 1976. Steve Jobs empezó a interesarse por la tecnología durante su época de estudiante, en la que asistía a conferencias en Hewlett Packard. Cuando acabó sus estudios empezó a trabajar en Atari como diseñador de videojuegos. Después del trabajo acudía al Homebrew Computer Club, un lugar para los aficionados a la electrónica y a los ordenadores. Fue allí donde conoció a Steve Wozniak, un ingeniero autodidacta de Hewlett Packard. Woz, tal como se le conocía, y Jobs se hicieron amigos y empezaron a construir y vender unas cajas azules que permitían efectuar gratis largas conferencias telefónicas. Wozniak, que era un genio de los ordenadores, estaba trabajando en uno para impresionar a la gente del club. No tenía ningún interés económico, pero Jobs enseguida vio que aquello podía ser muy interesante. Convenció a Woz y empezaron a fabricarlos en su garaje. Markkula, antiguo director de Intel, fue quien aportó la necesaria experiencia empresarial. Jobs conoció a Markkula a través de su jefe en Atari, y lo convenció de que fuese a ver lo que estaban haciendo en el garaje. Impresionado por lo que vio, Markkula consiguió varias empresas inversoras y él mismo aportó 91.000 dólares, incorporándose en la empresa como jefe ejecutivo. El primer producto formal de la compañía apareció en 1977 y fue conocido como Apple II.

Roche explicó a Sculley que Markkula quería dejar el cargo y que el mejor sucesor era él, ya que Jobs, el actual presidente y cofundador de la empresa, con 27 años era demasiado inexperto para hacerse cargo de la dirección.

Sculley fue hasta Silicon Valley para reunirse con Jobs y Markkula. Se encontró con gente con una media de edad de veinte años, que no vestían con trajes como en Pepsi, sino con camisa y pantalones deportivos, y trabajaban en pequeños cubículos, todos apretados, no como en Pepsi, en la que había enormes despachos. Sculley se marchó después de que fueran a comer a un restaurante. Durante la comida, Jobs dijo que le gustaría volver a hablar con él y que le iría a visitar.

Tal como dijo, Jobs se volvió a reunir con Sculley. Había ido con unos compañeros de Apple a hacer una exhibición de un nuevo ordenador, el Lisa, y quedó con Sculley en su hotel. Después, Jobs, Sculley y dos empleados de Apple se fueron a comer juntos. Allí, Sculley les impresionó con una charla sobre marketing. A partir de ahí, Steve Jobs, Mike Markkula o Gerry Roche llamaban por teléfono cada tres o cuatro días a Sculley, no querían que se les escapase, pero éste no estaba interesado en dejar Pepsi. Sculley tuvo otras dos visitas más, una de Markkula en su despacho y otra de Jobs en su casa.

Sculley estaba empezando a interesarse por Apple. Jobs le parecía un tipo genial, diferente a los demás, en Pepsi ya no hacía lo que más le gustaba, tenía muchas más obligaciones administrativas de las que deseaba, y además, desde pequeño siempre le había entusiasmado la tecnología. Tuvo que hacer un discurso, en el que decidió hablar de ordenadores para probarse a sí mismo. Se sintió muy bien hablando de ordenadores. Al volver del discurso fue a Cupertino, donde estaba situada Apple, para hacer una visita a Steve. Allí, éste le presentó el nuevo ordenador que estaba fabricando, el Macintosh, y el grupo que le estaba ayudando. Después se reunió con Markkula y éste le hizo una oferta formal: un salario anual de 300.000 dólares más primas y un paquete de 500.000 acciones. No aceptó ni rechazó la oferta, pero se quedó muy sorprendido del bajo salario, ja que él estaba cobrando actualmente en Pepsi 500.000 dólares anuales más otras pensiones.

Al día siguiente recibió una llamada de Roche. Sculley le dijo que la oferta económica no le compensaba todo lo que perdía y que si aceptaba quería una casa similar a la que tenía en Nueva York. Rechazada la oferta, Jobs, que quería trabajar con alguien que fuera tan brillante e inteligente como él, volvió a reunirse con Sculley para llegar a un acuerdo. Sculley pensaba que no podía ir a Apple, que no tenía sentido, si aceptaba se tendría que enfrentar con Kendall, ja que entre ellos había una gran relación de lealtad, y le sería muy difícil. De todas maneras, si aceptaba, quería un sueldo anual de un millón de dólares, más otro millón por el contrato y otro de indemnización por si las cosas no iban bien. Jobs quería a Sculley para Apple, aunque tuviese que pagar todo lo que éste pedía de su propio bolsillo, así, cuando vio que Sculley no lo tenía muy claro, le soltó: "¿Quieres gastar el resto de tu vida vendiendo agua azucarada? ¿O quieres una oportunidad para cambiar el mundo?"

Fuente: "De Pepsi a Apple", John Sculley.

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