domingo, 14 de septiembre de 2008

Juego de Pelota

El Juego de Pelota, en lengua maya pokyab o pok-ta-pok, fue un juego ritual muy extendido por todo Mesoamérica (región del continente americano que comprende la mitad meridional de México; los territorios de Guatemala, El Salvador y Belice; así como el occidente de Honduras, Nicaragua y Costa Rica).

Se practicaba con el fin de conocer el designio de los dioses, para recrear el viaje del sol en el universo, o para simbolizar la lucha entre los opuestos cósmicos. Los jugadores utilizaban un cinturón de cuero de venado con prolongaciones para proteger las caderas, musleras, rodilleras y un guante en la mano izquierda. La pelota era de hule, extraído del látex de varias especies vegetales, pesaba alrededor de 3 kilogramos y tenía un diámetro de 10 a 12 centímetros.


Campo de juego de pelota en Chichén Itzá, el más grande de Mesoamérica


Campo de juego de pelota en Cobá, muy bien conservado

El juego consistía en que la pelota estuviera en constante movimiento, sin rebasar ciertas marcas. La única manera de conseguir el triunfo definitivo era introduciéndola por un anillo de piedra. Algunas prácticas del juego de pelota se recogen en el Popol Vuh, libro sagrado de los mayas.


Anillo de piedra en campo de juego de pelota de Chichén Itzá


Anillo de piedra en campo de juego de pelota de Cobá

Los campos se construían en el interior de las áreas ceremoniales y a veces incluían un altar para el sacrificio, donde en ocasiones se sacrificaba al ganador o se decapitaba a un esclavo como ofrenda a los dioses en memoria de la decapitación de Hun Hunapú, padre de Hunahpú e Ixbalanque, según relata el Popol Vuh. El espacio de juego tenía forma de "I" o de doble "T", incluía muros verticales o tipo talud, con un anillo vertical en cada uno de ellos para hacer pasar la pelota, o un altar que servía de marcador.


Grabado de decapitación en campo de juego de pelota en Chichén Itzá

En el período posclásico (última etapa del desarrollo independiente de la civilización mesoamericana) el juego se había convertido en una actividad profana, y estaba permitido a los asistentes realizar apuestas. No obstante, seguía formando parte de las obligaciones rituales de los gobernantes. Durante la dominación española el juego fue prohibido por el inquisidor Tomás de Torquemada, aunque sin desaparecer del todo.

Actualmente este juego se practica con finalidades turísticas en ciertos lugares de Yucatán (México), como el parque de Xcaret y Cancún.

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