miércoles, 28 de octubre de 2009

Tecnología

El desarrollo de la tecnología ha sido un elemento clave en el progreso de la humanidad y, por ende, también de la arquitectura como hábitat del hombre. La tecnología ha condicionado la expresión y las formas de hacer arquitectura.

La Revolución Industrial, por ejemplo, introdujo nuevas formas de producción, nuevos materiales –acero y vidrio- y produjo una completa renovación en la construcción. La Escuela de Chicago explotó esas posibilidades al máximo y el Movimiento Moderno aprovechó la tecnología y las posibilidades de los nuevos materiales para crear un vocabulario propio. A partir de entonces, el acelerado desarrollo tecnológico del siglo XX ha marcado la forma de hacer arquitectura y, naturalmente, de los espacios que habitamos.

La llamada tercera revolución industrial, o la revolución de la inteligencia, trajo consigo la globalización; se multiplicaron las innovaciones y se abrió el campo de la microelectrónica, la biotecnología, la robótica, etc. Pero es la nanotecnología -que según sostienen algunos expertos podría dar inicio a la cuarta revolución industrial-, la que está ofreciendo las mayores innovaciones aplicables al campo de la construcción.

Esta tecnología, que consigue controlar la materia hasta tamaños moleculares, incluso atómicos, ha posibilitado el desarrollo de sorprendentes materiales: pinturas con propiedades de auto-limpieza, pinturas y láminas fotovoltaicas transparentes que, utilizadas en las fachadas, pueden transformar a los edificios en verdaderas plantas energéticas, recubrimientos de grosor nanométrico que protegen el acero de la corrosión, hormigón traslúcido que permite el paso de la luz, tejidos inteligentes que combaten el frío, resisten a las manchas o combaten los olores. En la actualidad, se estima que hay en el mundo más de 30 mil productos que se producen en base a la nanotecnología

Las preocupaciones que debemos afrontar en el siglo XXI se centran en el ahorro energético y la sustentabilidad del entorno construido; el desarrollo y la utilización inteligente de las nuevas tecnologías y los nuevos materiales nos pueden ayudar a recorrer con éxito este camino.

Fuente: Víctor Feingold. Editorial del número 39 de la revista Facility Magazine.

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